Estar mocoso es como el tributo que se paga por vivir en el frío desde Octubre a Abril. En casa estamos todos con flema y tos, unos menos, otros más. Parece como el legado noruego.

Hoy salimos a esquiar. Menos 20 grados, pero "había que aprovechar el lindo sol", dijo Anne Lise.
Pucha. Armado de un doble pantalón de lana, pantalón impermeable encima, y claro, con camisa larga de lana, saco encima, chompa gruesa, bufanda, guantes, gorra; salí.

La calidad de la nieve no se altera porque baje la temperatura tanto. Así que esquiar estaba bien. El año pasado aprendí, así que pensé que me iba a ir bien. Por dentro del traje estaba sudando, y la cosa es que hacia tanto frío que las pestañas se me congelaron. Luego empecé a sentir como virutas dentro de la nariz. Esquiando y con los guantes gruesos no me podía quitar eso. Anne Lise me explicó que, no se rían, eran mis mocos congelados. MIS PROPIOS MOCOS CONGELADOS!!
Dijo, mi agradable esposita, que era cosa de que acostumbrara. Acostumbrarme!

No lo podía creer.

Hoy, en la fiesta de Año Nuevo que hicieron en nuestra iglesia, le comenté esto a unos amigos. Se rieron conmigo, o de mí. Luego de una media hora, me doy cuenta que la esposa de unos de los pastores está contando la anécdota de mis mocos congelados a otras parejas. Se rieron. Y resulta que esto, en Noruega, es una de las primeras cosas que tienes que afrontar cuando esquías. Pucha!